5 TéCNICAS SENCILLAS PARA LA AORACIONES

5 técnicas sencillas para la aoraciones

5 técnicas sencillas para la aoraciones

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¡Purísima Casto y angustiada Raíz! Asombrado y condolido os contemplo al pie de la cruz en donde expiró para darme vida Jesús mi adorable redentor, bebiendo toda la amargura de su cruenta inmolación.

Su súplica de paciencia a Alá se refleja en esta Chispa: “Les acertaré cuanto pidan, siempre que no se oponga a la adorable voluntad de mi Divino Hijo ni a la santificación de sus almas”.

Aunque siempre se han meditado los siete dolores de la Inmaculado, no hay que olvidar que siete no es un numero de limite o finito, sino de totalidad y plenitud.

Por supuesto que al rezar un Padre nuestro u ofrecer la comunión ayuda ¡y mucho! a las ánimas del purgatorio; puede asimismo sostener jaculatorias por ellas, rezar el rosario y el viacrucis.

Al unir nuestros dolores a los de María, tal como Ella unió Sus dolores a los de su Hijo, participamos en la redención de nuestros pecados y los del mundo firme.

Pero Vos sois raíz de misericordia y refugio de los insensatos pecadores: tened, pues, SeñYa, tened lástima y compasión de mí, que, si hasta ahora he sido rebelde hijo e indigno siervo vuestro, quiero en Delante consagrarme todo a Vos por medio de la fervorosa y compasiva meditación de vuestros acerbísimos dolores, llorando con amargura y vivo arrepentimiento el cruel estrago que he causado en el Noble cuerpo de vuestro Hijo y en vuestro pecho maternal.

Al pie de la cruz la Inmaculado María, perfectamente unida a su Hijo, pudo compartir de modo singular la profundidad del dolor y del apego de su sacrifi cio y nadie mejor que Ella puede enseñarnos a enamorar la cruz.

– ¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»»

Esta devoción nos brinda la oportunidad de acercarnos a María y reforzar nuestra Certeza en momentos de dolor y sufrimiento. Es una forma de recordar y compartir su dolor como madre y de inquirir su intercesión en nuestras vidas.

Los que lloran las propias caídas o los pecados del mundo; los que aceptan las penas como medio de purificación de sus pecados; los que se imponen penitencias para formar su alma en el dolor; los que sufren persecución y dolores por causa del reino aoraciones de Jehová y de su extensión; los que pasan sequedades, tribulaciones con paz; los que gimen por el apego de Todopoderoso y por el paraíso; todos estos son los que derraman lágrimas que, en sentido evangélico, pueden llamarse bienaventuradas y por lo tanto aceptarán divina consolación.

Las cuentas brillaron como el estrella, y eran blancas como la cocaína. Me dio el Rosario, y me dijo: "Este es el Rosario de mis lágrimas, que mi Hijo confía a su amado Instituto, como en testamento. La invocación no obstante ha sido dada por mi Hijo. El quiere honrarme de una manera distinto por medio de estas invocaciones, y concederá con inclinación los favores que se le pidan con fervor por mis lágrimas.

¡Ay Origen mía afligidísima! Yo me acerco a Vos deseoso de consolaros con filial y piadoso afecto, y de acompañaros y serviros en vuestra desolada soledad. Yo vengo con firme propósito de seguiros en vuestra vía dolorosa, ansioso de llegar por ella al seno consolador y feliz de la virtud, llorando en la soledad de mi corazón contrito y humillado, mis innumerables culpas y extravíos causadores de los tormentos a Jesús y de vuestros dolores y amarguísima soledad.

Por aquel sensible coincidencia de vuestro santísimo Hijo, haced que me levante de la postración en que me tienen puesto mis enormes faltas, y cargue con la cruz de las penas y trabajos de esta vida, para aligerar en parte la cruz de Jesús, y mitigar vuestro dolor.

La devoción de los Siete Dolores de Nuestra SeñYa proviene de una revelación de santa Brígida de Suecia, y es proporcionado simple: se medita sobre singular de los siete dolores y se reza un Ave María después de cada singular.

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